Esta entrada fue publicada originalmente en en blog de Agrostart, donde un servidor colabora.
La FAO (Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas) se ha dado a la tarea de apoyar diversos proyectos de horticultura urbana en varios países, entre los que destaca la República Democrática del Congo (financiado por Bélgica desde el año 2000 con 10.4 millones de dólares), llevado a cabo en sus cinco ciudades principales. Dicho proyecto consiste en introducir variedades mejoradas de hortalizas, instalar o mejorar 40 estructuras de irrigación y capacitar productores en buenas prácticas agrícolas (actualmente van más de 10,000 productores pertenecientes a unas 450 organizaciones).
Algo están haciendo bien en el Congo y debemos prestar atención.
Este programa fue implementado para dar respuesta al éxodo masivo ocurrido hacia las ciudades, debido a cinco años de conflicto en el este del país. El éxito que ha cosechado es elevado y se ve reflejado tanto en números como en resultados sociales, porque ha permitido reducir los niveles de desnutrición crónica en dichas ciudades, además de crear excedentes con un valor de mercado que superan los 400 millones de dólares.
Según datos manejados por la misma FAO, los productores locales han obtenido 330,000 toneladas de hortalizas en el último año, cifra que es 122 por ciento mayor a la del periodo 2005/2006, cuando se lograron producir 148,000 toneladas. Se menciona que menos del 10 por cierto de la producción es para consumo de los beneficiarios del proyecto, por lo que el resto es comercializado en mercados urbanos y supermercados, alcanzando precios de hasta 4 dólares en las principales hortalizas como tomates, pimientos verdes y cebollas.
La producción obtenida implica unos 28.6 kilos de hortalizas anuales por residente urbano, lo que en consecuencia ha mejorado la ingesta diaria per cápita de micronutrientes, viéndose a su vez reflejado en la disminución de la desnutrición, en contra de la cual aún queda mucho por hacer, pues según estimaciones la mitad de los niños del país sufren desnutrición crónica. A esta alta producción de alimentos hay que añadir el beneficio de la creación de empleos, pues se estima que 16,000 productores a pequeña escala están involucrados en la iniciativa y por lo tanto gozan ahora de los buenos resultados obtenidos.
Pero no todo fue tan fácil como parece, pues en un inicio la FAO enfrentó varios obstáculos. Las principales dificultades fueron la falta de seguridad en la tenencia de la tierra, acceso limitado al agua, bajos rendimientos debido a la escasa calidad de las semillas y la ausencia de técnicas de producción apropiadas y de créditos accesibles para los agricultores. Otra parte de la problemática la representó el número limitado de personal formado en el Ministerio de Desarrollo Rural y la falta de tecnologías post-cosecha e instalaciones de mercados, la ausencia de estás últimas obliga a los productores a vender directamente en sus explotaciones a precios más bajos.
Esta claro que este es un programa modelo que la FAO quiere expandir a más países, en los cuales se tendrán que sortear distinta clase de problemas, pero aún después del éxito obtenido el trabajo tiene que continuar pues aún no han sido superadas todas las adversidades, más sin embargo en el Congo se dicen preparados y listos para darle continuidad a todo este esfuerzo. Sin lugar a dudas, todo un ejemplo a seguir para los países de América Latina.
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