Los productos químicos revolucionaron la agricultura hace algunas décadas, pero no sin consecuencias nocivas para el medio ambiente. Uno de los mayores problemas que enfrentamos en la actualidad es la alarmante disminución de las poblaciones de abejas debido al uso indiscriminado de plaguicidas de origen químico.
Las abejas constituyen el principal factor polinizador del mundo y sin su presencia la agricultura entraría en una etapa de crisis sumamente complicada. Ante este panorama desolador una de las soluciones propuestas implica la utilización de un pesticida natural a base de toxinas de una araña nativa de Australia.
La situación de las poblaciones de abejas está en declive y es cada vez más preocupante en Europa, América y Asia, es decir, prácticamente en las zonas donde se utilizan más agroquímicos. Es verdad que existen varias razones que se han conjuntado para dañar a las poblaciones de abejas del mundo, pero los plaguicidas químicos encabezan la lista.
Un nuevo pesticida natural a base de veneno de araña australiana, que también incluye proteína de una planta herbácea como es la campanilla, ha resultado bastante prometedor hasta ahora, al menos en los ensayos científicos que se han realizado, cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Proceedings of the Royal Society B.
La importancia de las abejas es tal que representen el 80 por ciento de la polinización de plantas por insectos, razón por la cual el año pasado la Unión Europea comenzó a tomar cartas en el asunto al prohibir el uso de ciertos pesticidas agrícolas, con la finalidad de minimizar un poco el daño causado a las abejas, al menos en Europa.
El nuevo biopesticida fue desarrollado por Elaine Fitches y John Gatehouse, la primera biotecnóloga de la Agencia de Investigación de Alimentos y Medio Ambiente, y el segundo profesor de la Universidad de Durham. Posteriormente el compuesto fue analizado por investigadores de la Universidad de Newcastle.
El compuesto se conoce como Hv1a/GNA y es el resultado de combinar el veneno de la tarántula Atrax rubustus tipo Hexathelidae con la proteína lectina de la Galanthus. La doctora Fitches ha pasado muchos años estudiando el efecto que tiene la lectina en diversos insectos, en los cuales pasa del sistema digestivo al circulatorio, desde donde puede acceder al sistema nervioso central.
El veneno de araña por su parte tiene una mezcla de peptídicos que bloquean las transmisiones neuronales de los insectos, causando parálisis. Sin embargo, curiosamente el veneno de la araña australiana no afecta a las abejas pero si a muchas plagas de los cultivos, lo que permitió el desarrollo del nuevo biopesticida.
Durante los ensayos se sometió a grupos de abejas a grandes cantidades de Hv1a/GNA, mucho mayores de las que se encontrarían en un ambiente natural, encontrando que estas no presentan problemas de memoria o navegación, que es justo la razón por la cual se retiraron varios plaguicidas químicos del mercado.
Desafortudamanente la prohibición de la Unión Europea sobre algunos plaguicidas es temporal, de modo que es necesario que el desarrollo de nuevos biopesticidas que no dañen a las abejas, como el Hv1a/GNA, se realice a marchas forzadas. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que 70 por ciento de los principales cultivos para consumo humano dependen de la polinización de las abejas.
Enlace 1:
Arañas australianas para rescatar a las abejas de Europa (BBC)
Enlace 2:
Europa prohibe pesticidas que causaron muerte de abejas (BBC)
Imagen 1:
Abeja polinizando una flor (Wikipedia)
Imagen 2:
Abeja polinizando una flor (Fundación Amigos de las Abejas)
Imagen 3:
Araña de embudo australiana Atrax robustus (Wikipedia)
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