La polinización de los cultivos es vital para obtener frutos de calidad. Este es un proceso que consiste en la transferencia de polen dentro de la misma planta o de una planta a otra, para que ocurra la fecundación y reproducción.
La polinización puede darse tanto por factores bióticos como abióticos. En este último caso no intervienen otros organismos, puede ocurrir por elementos naturales como el viento o se puede dar con la aplicación de hormonas. La polinización biótica requiere organismos polinizadores que pueden ser mariposas, abejas, pájaros, etc.
Sin embargo, dentro de los invernaderos las formas de polinización se ven seriamente limitadas porque se tiene una estructura de protección cuyo objetivo es impedir el paso de organismos patógenos, pero también se impide el paso de agentes polinizadores.
De esta manera las opciones para realizar la polinización dentro de los invernaderos son: método manual, uso de hormonas, liberación de abejas y abejorros. De todas la más cara pero más recomendable es el uso de abejorros. A continuación mencionaré las primeras tres dejando, en una entrada posterior haré énfasis en los abejorros exclusivamente.
El método manual tiene la ventaja de que es controlado por el productor pero a cambio siempre se requiere mucha mano de obra y se invierte mucho tiempo. Aún con el mejor esfuerzo se obtiene inconsistencia en la fruta.
El uso de hormonas resulta un método que puede fortalecer a las plantas, las raíces principalmente. El problema es que es un método caro y crea estrés químico en las plantas, además que la reacción de estás al producto no esta garantizada.
Las abejas son las polinizadoras por excelencia en la naturaleza, pero dentro de los invernaderos solo se recomienda su utilización bajo condiciones muy específicas, pues no toleran las bajas temperaturas. Además de que su rango de visión esta dentro del espectro ultravioleta de luz, exactamente el mismo espectro que algunos plásticos no dejan pasar.
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