Existen muchos factores que se tendrán que superar para que en algún momento la humanidad comience a colonizar otros cuerpos celestes, todos ellos de importancia. Pero si tuviéramos que elegir cual aspecto es el más fundamental, sin duda estaríamos hablando de la comida. Para salir de nuestro planeta primero tendremos que asegurarnos de que podemos cultivar alimento en el espacio. Y esto es justo lo que hicieron los astronautas de la Estación Espacial Internacional hace apenas unos meses. Bueno, no es que hayan obtenido una cosecha impresionante, pero cuando menos ya pudieron probar a que sabe una lechuga cultivada en el espacio, cuya variedad ha sido denominada Ouredgeous, palabra derivada de las palabras rojo y extravagante, en inglés. La lechuga en cuestión se obtuvo a partir de semillas que llevaban en la Estación 15 meses. El hecho de tenerlas tanto tiempo guardadas allá arriba es para analizar los efectos que la microgravedad tiene sobre las mismas. Fue el astronauta Scott Kel
Se estima que actualmente solo el 2% de la manzana que se consume en Estados Unidos se hace en forma troceada. Esto es así porque la manzana es una fruta que se oxida muy rápido. Basta partir una por la mitad para que en poco tiempo aparezca una coloración marrona, causada por la polifenol oxidasa (PPO). Inhibir la PPO fue el objetivo de Neil Carter, un ingeniero agrónomo que fundó la empresa Okanagan Specialty Fruits. La empresa, de apenas 7 empleados, requirió de 18 años y unos 10 millones de dólares para lograr la variedad Artic de manzanas. Actualmente la variedad acaba de ser aprobada por la FDA para su comercialización. Ahora bien, 10 millones de dólares son toda una ganga en lo que se refiere a modificar genéticamente una planta. De hecho, se estima que crear y comercializar una variedad genéticamente modificada requiere un promedio de 130 millones de dólares. Es por ello que solo las grandes empresas suelen hacerlo. Y el gigante en esto es Monsanto, que es dueña de